20 julio 2013

Nos Pasan

Nos pasan. Nos pasan cosas. Nos pasan cosas que no quisiéramos que nos pasaran. Pero. Nos pasan. Nos pasa que nos enamoramos. Que el mundo se nos da vuelta. Que los latidos se tonifican con un aura de esperanza. Que vibramos con un espesor inusitado. Que nos sacudimos la modorra del coma sensorial. Que nos zambullimos en un cuerpo como en un mar embravecido. Que nos resecamos en la ausencia circunscripta de esas horas desiertas hasta el momento de la cita. Que nos embelesamos con proyectos y el futuro se vuelve horizonte entrañable. Que nos acostamos con la respiración compartida. Que reímos con la espontaneidad de una felicidad que se nos filtró benévola en el día. Que tenemos inflamado el pecho de ansiedad. Que nos posee cierta imbecilidad que altera nuestras amistades. Que deseamos escuchar la voz del frenesí. Que queremos coger todo el día como locas. Que hacemos el esfuerzo de desprendernos del miedo a perder. Que nos brotamos de insistencia. Que sentimos un palpitar quemándonos. Que imaginamos que hay alguien en quien confiar. Que vamos armando el esqueleto de un lazo. Que se nos llena la cabeza de humo y de vértigo. Que nos volvemos adorablemente vulnerables. Pero. Nos pasan. Nos pasan cosas. Nos pasan cosas que no quisiéramos que nos pasaran. Nos pasa que nos desenamoramos o que se desenamoran de nosotras. Y queremos que se nos pase el dolor, que termine la angustia, que se detenga la tristeza, que se disipe la ausencia, que se suelte la nostalgia. Queremos que se nos pase la furia, que se disuelva la bronca, que se seque el llanto. Que pare el zumbido de su voz. Que el canto ponzoñoso pierda volumen. Que la amargura tenga su propia cerradura. Que el alivio se nos hunda en la sangre. Que todo se vuelva recuerdo con brillo u olvido cementado. Pero. Que se nos pase. Queremos que se nos pase. Que se nos pase el duelo. Que se vaya el desconsuelo. Y que se abra la puerta. Y que nos pasen otras cosas. Para que nos sigan pasando.

v. f.

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